Museo - El trabajo

Ambulantes y niños

Las vanguardias de la emigración eran los que ejercían oficios ambulantes. En Toscana, los campesinos iban a Córcega, para trabajar en el campo, y luego a Francia, atraídos por los mejores salarios; el oficio especializado más común era el de figurinista. Se marcharon a países europeos, luego a América, músicos ambulantes de toda Italia, vendedores de estampas y mercería, leñadores y zanjadores, abandonaron las regiones orientales de la península.

Con la mejora de los transportes y el comienzo de la gran emigración, las rutas de los vagabundos llegaron a todos los países europeos y luego a América. Las autoridades policiales no los veían con buenos ojos, siempre acompañados de niños, que a menudo se veían obligados a mendigar. A veces, los propios padres se llevaban a sus hijos o los entregaban a personas que consideraban de confianza con la esperanza de que, viajando por el mundo, aprendieran un oficio que pudiera alimentarlos.

Brazos fuertes y trabajo pesado

Los emigrantes, en su mayoría agricultores, también se dedicaban a labores agrícolas en el extranjero, participaban en la roturación o recuperación de tierras, trabajaban en la construcción de las grandes vías de comunicación, ferrocarriles, obras de edificación y en los trabajos pesados de las minas.Aproximadamente la mitad de los emigrantes regresaban definitivamente a Italia. En Estados Unidos, la "campaña de emigración" solía durar pocos años. Las razones eran: nula integración en el país y mínimo conocimiento del idioma; máximo dinero ahorrado en el menor tiempo posible para acelerar el regreso aceptando compromisos laborales exagerados y niveles de vida muy bajos.

La zona de origen determinaba los oficios: en Australia, los emigrantes de las tierras altas retomaban la tala de árboles o se convertían en cortadores de caña de azúcar; los de las tierras bajas se dedicaban a la agricultura o al sector servicios.

Grandes obras y fortunas conspicuas

Un gran número de emigrantes italianos participaron en la construcción de grandes obras públicas y muchos fueron víctimas de accidentes laborales. Los túneles del Frejus, San Gotardo y Simplón o el ferrocarril transiberiano los vieron trabajar.

Varios emigrantes lograron el éxito como empresarios, a menudo partiendo de cero, aprovechando las oportunidades para alcanzar posiciones envidiables. Los hombres pasaron rápidamente de la pobreza a la riqueza accediendo a los niveles sociales más altos de su país de adopción. Una historia de éxito: en Brasil, Giuseppe Giorgi pasó de ser un simple jornalero a constructor de ferrocarriles; gracias a sus habilidades técnicas, recibió importantes encargos públicos, estableciéndose en un sector dominado por los británicos.

Mujeres "frágiles

La emigración italiana siempre se ha estudiado centrándose en los hombres.

Las que sufrieron las consecuencias de la emigración masculina fueron las mujeres que se quedaron en casa: cuidaron de niños y ancianos, trabajaron en el campo y, en lugar de los hombres, asumieron responsabilidades económicas como la firma de contratos. En el extranjero, las mujeres conquistaron un espacio en el mundo laboral: la primera industria fue la textil, empezando por las fábricas francesas. De su trabajo como amas de casa surgió, sobre todo en Norteamérica, el "boarding house", es decir, mantener a compatriotas en pensiones. Esta actividad les permitía realizar tareas domésticas y contribuir a la economía familiar.

Tiendas y comercios

Para los emigrantes que se dedicaron al comercio, los comienzos fueron similares: primero trabajaron como empleados de parientes o amigos, y luego se dedicaron directamente al comercio. A lo largo de este camino, la familia desempeñó un papel clave tanto en el apoyo económico como en la implicación directa en el negocio.

Las primeras tiendas eran pequeños establecimientos, generalmente del sector alimentario, dirigidos a clientes italianos. Los escaparates de muchas tiendas anunciaban productos italianos. Algunos de estos comercios consiguieron consolidarse con el tiempo convirtiéndose en empresas de producción y transformación de productos agrícolas y ganaderos o en grandes minoristas.

De escultores a maestros

Los emigrantes italianos han operado con éxito en el sector de la restauración. Al principio, eran vendedores ambulantes de helados en verano y castañas asadas en invierno. Convertidos en residentes permanentes, trabajaron como camareros, scullions, luego, cocineros en restaurantes y hoteles. Por último: propietarios. También en este sector, la familia fue decisiva en el desarrollo de cada proyecto Merece la pena recordar a los primeros "cocineros", hombres que se improvisaban como cocineros, esforzándose por reproducir las recetas de sus mujeres.

Ejemplar es la emigración al Reino Unido. De Londres se trasladaron a ciudades de provincias, a las zonas industriales del sur de Gales; a Escocia e Irlanda, abriendo tiendas y bares.

Éste fue el origen de su éxito: las tabernas, que a menudo se limitaban a ofrecer pescado y patatas fritas, se diferenciaban de los pubs, frecuentados sólo por hombres mayores de edad porque vendían cerveza y licores. En cambio, los pubs italianos estaban abiertos a mujeres y niños precisamente porque no vendían bebidas alcohólicas. Lo mismo ocurría con las heladerías: de los carritos pasaban a las heladerías, donde vendían refrescos, café, dulces, mermeladas y chocolate.