Museo - La salida

¿Por qué emigrar?

La emigración italiana se prolongó desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años setenta y se caracterizó por la dispersión por todo el mundo.

Los "factores de expulsión" afectaban a la agricultura, amenazada por las importaciones baratas, la competencia de algunos países europeos en el comercio del aceite y el vino y, sobre todo en las regiones meridionales, la extensión del latifundio y la práctica de técnicas de cultivo primitivas.

¿Irse?... ¡Sí!

La decisión de partir solía tomarse ante la llamada de parientes o amigos del extranjero y también se veía favorecida en las "guías del emigrante" elaboradas a menudo por los países para atraer mano de obra, que mostraban imágenes cautivadoras del país, propuestas sin escrúpulos por agencias y agentes de compañías navieras para convencer a los indecisos de que se marcharan. En las últimas décadas del siglo XIX, Brasil intentó aumentar la inmigración procedente de Europa ofreciendo viajes gratuitos a las fazendas, donde cada familia emigrante recibía una parcela de tierra.

El procedimiento de expatriación consistía en solicitar un pasaporte. El del emigrante, de principios del siglo XX, tenía una cubierta roja. En el pasaporte del hombre se inscribía a su mujer y a los hijos que le acompañaban.

Te vas... ¿a dónde?

A partir de las últimas décadas del siglo XIX, el flujo migratorio se dirigió primero a países europeos y más tarde a destinos de ultramar.

La disponibilidad de dinero condicionaba la elección del destino de los expatriados. Era más caro ir a América Latina, donde las perspectivas económicas eran mejores y las diferencias lingüísticas y culturales menores. El billete a Estados Unidos costaba menos; aquí era fácil encontrar trabajo, aunque poco cualificado, en la agricultura o la industria.

Los puertos de embarque eran Génova, Nápoles y Palermo. El número de salidas creció hasta la Primera Guerra Mundial: fue el periodo de la "gran emigración". Al final del conflicto, cuando se cerraron las salidas hacia América, se reanudó el éxodo hacia Europa, de forma reducida. Tras la Segunda Guerra Mundial, se reanudaron las salidas hacia destinos continentales o intercontinentales.