Entrevista

ADELMO RUGGERI

Esta entrevista fue muy especial. La persona que me esperaba ansiosamente era mi queridísimo abuelo. Estaba muy contento de poder contar su historia, pero sobre todo le había dicho a su mujer -mi muy dulce abuela- que nos dejara solos porque según él: 'no me deja hablar'. 
Después de un buen café, preparado por Bettina, sentada en su salón, surge la primera pregunta...

     ¿Cuál es su nombre y apellidos? 
    Me llamo Adelmo Ruggeri. Nací en Anghiari.

     ¿Cuándo?
Nací hace mucho tiempo, el 26 de febrero de 1926.

Es el segundo hijo de Oreste Ruggeri y Maria Laurenzi. Sus hermanos: Alfiero, Alfredo y Don Arealdo Ruggeri; este último vive en Ca' Raffaello, Arezzo. 

     ¿Por qué vino a Argentina? 
Vine a esta tierra porque en Italia, en cuanto acababa la guerra, parecía que iba a haber otra; entonces no había trabajo. Vino el señor Giovagnini -Paolo-, el tío de mi mujer, hizo un poco de propaganda, que aquí se vivía bien, que aquí se estaba bien, y así nos casamos en 1950, en septiembre, y en 1951 tomamos el camino que nunca terminaba para llegar aquí.

Se casó con Elisabetta Giovagnini -Bettina- el 16 de septiembre de 1950, en la iglesia de San Salvatore de Anghiari, Arezzo. Ese día recibieron la solicitud para ir a Argentina.

     ¿Cuántos días pasaste en ese barco?
Con un barco pesquero de aspecto aterrador, parece que era un barco pesquero. Tardamos diecisiete días. Cuando llegué a Buenos Aires, el agua estaba tan agitada, con chozas tan grandes hechas de ramas que nos asustamos; éramos Mezzovino y yo. Y así llegamos a esta gran tierra de Argentina, el 17 de febrero de 1951.

     ¿Qué profesión tenía en Italia?
Yo era agricultor. Vine acá, mi tío tenía una empresa de plomería y pronto estuvimos trabajando con mi tío. Trabajé cuatro años siempre en La Plata. Después trabajé de carpintero con mi hermano. Fui carpintero durante cinco años.

     ¿Dónde ha trabajado?
Siempre acá en La Plata. En esa época había trabajo. Pero no me gustaba mucho, porque el trabajo de carpintero es el último en la casa y a la hora de ir a cobrar la gente siempre hace quilombo.
Entonces, fui a la casa de mi tío en La Plata. Me dijo que allí tenía tres o cuatro trabajos, de calefacción, pero que no tenía gente para hacer esos trabajos.

     ¿Has hecho alguna vez estos trabajos?
Sí, ya sabía cómo defenderme para hacer el trabajo. Le dije: 'Haré el trabajo, pero no por días, esta vez lo haré por contrato'. Entonces, mi tío dijo que sí, y el primer trabajo que hice fue en Miramar, a 400 kilómetros. Después hice otro trabajo en el medio de la ruta, un poco más, para ir a Mar del Plata. Otro trabajo lo hice con él, en Ameghino, a 450 kilómetros. Después, hice un trabajo en Mercedes, a 150 km de Buenos Aires. Cuando terminé este trabajo, me fui dos años a Mar del Plata. Allí hice 7000 metros de cañerías entre agua caliente, agua fría y radiadores. Me acompañaban 12 obreros.

     ¿Estaban todos bajo su dirección?
Sí, sí. Yo estaba en asociación con otra persona, él hizo la parte técnica y me hizo la
trabajo.

     ¿Dónde trabajó en Mar del Plata?
En la base de submarinos, en la base naval de Mar del Plata. Ahí trabajé dos años. Después, trabajé otros cuatro meses en un hotel de la marina, también en Mar del Plata.
Después de ese trabajo, a mi tío le fue tan bien allí que luego hizo un trabajo en una prisión en Sierra Chica, pero sólo trabajé allí poco tiempo, tres meses.

     ¿Siempre con radiadores?
Sí, pero después vine a La Plata y trabajé. El tío Gosto me dio el trabajo con Rusconi. Trabajamos juntos, primero con mi tío -Paolo Giovagnini-, después se separaron y ellos dos -Rusconi y Constantino- armaron una empresa y yo hice varios trabajos, acá en La Plata y en Buenos Aires. Y después del 65, se formó la misma empresa entre los cuatro: yo, el tío Nello, el tío Gostino y Rusconi -Edgardo-.

     ¿Era Rusconi de origen italiano?
Sí italiano, pero él era argentino. Entonces, teníamos que quedarnos con un argentino porque hasta para tomar trabajos en el gobierno necesitabas la ciudadanía argentina, mientras que con él, yo nunca tomé la ciudadanía argentina. Trabajamos juntos, aquí en La Plata, cuatro o cinco años.
Después de trabajar aquí, cuatro o cinco años, nos salieron trabajos fuera.
Hice mi primer trabajo en el Valle de Río Negro, en General Roca. Cuando salí de La Plata, no sabía si seguir o retroceder, no podía ir en cuarta, así que tuve que tomar coraje y seguí, y salí de acá a las ocho de la mañana, y a las nueve de la noche llegué a Bahía Blanca, a 700 kilómetros. Dormimos la noche en una montaña rusa, y a la mañana, a las cinco, salimos por la ruta nacional 22, que va de Bahía Blanca a Río Negro, o mejor dicho, al Valle de Río Negro, en Neuquén. Cuando llegué a Río Colorado, crucé el puente y tomé un camino de 130 kilómetros sin curvas. La mañana que salimos de Bahía llegué a General Roca a las 6 de la tarde. Llegamos, nos instalamos a trabajar y estuve cuatro o cinco meses. 

     ¿Y qué trabajo hacías?
    Yo hacía un trabajo que aquí se llama 'losa radiante', porque son tuberías que van dentro del mismo ormigón. Y yo iba 700 metros de tubería ¾, iban cada 30 centímetros, 700 metros por cada piso. Hice cuatro pisos. Terminé el trabajo con la caldera, todo. 
    Después, en La Plata, fuimos a una obra en Esquel, a 1.200 km de aquí. Fui allí con tres trabajadores para realizar el trabajo que habían hecho otras empresas y no pudieron hacer el trabajo. Así que fui allí con tres trabajadores, luego contraté a otros tres, que vinieron en avión, así que estuve allí sesenta días. El otro era para agua caliente para los baños, porque la gente que trabajaba en la recuperación estaba en invierno y no podía bañarse con agua fría. La otra era para los radiadores, para la calefacción. Eran chozas de madera para los trabajadores. Porque tenían un rodaje y había, creo que había 1700 trabajadores. Estas chozas eran un sistema de pabellones (como dicen aquí) que albergaban a 400 trabajadores, cada piso. Así que estuve allí tres meses, luego en otra ocasión fui tres meses, tres años, pero siempre en invierno. Siempre me gustó porque estaba acostumbrado al frío desde niño, no me asustaba. 
Después de trabajar tres años ahí, hice otro trabajo en Sierra Grande, Hierro Patagónico, donde también estuve cuatro meses. Allí también estuve cuatro meses, justo en la costa del mar, porque estaban haciendo un astillero para transportar el hierro que sacaban de las minas de Sierra Grande. ¡Pero hacía tanto frío allí! Estuve allí un invierno con un frío, ¡viento que siempre recuerdo! Y así pasaron dos o tres años de ese trabajo. En 1975, cuando la abuela vino aquí...

     Tu madre
    Sí, fueron seis meses, fui a hacer un trabajo a Río Turbio, a las minas de carbón. Tardé dos días en llegar porque no conocía el camino. En dos días hice 3200 km. Siempre estaba haciendo la calefacción en estas chozas para los trabajadores. 

     ¿Todos estos trabajos eran para particulares o para el público, para el gobierno?
    No, eran privados, no era el gobierno; lo mismo con Esquel. Son
empresas de particulares, no es gubernamental. 
            Cuando terminé allí, en 1977, fui a hacer otro rodaje en Alicura, a 100 km de Bariloche. Allí también trabajé cuatro o cinco meses. 
 Terminé ese trabajo y me fui a trabajar unos meses con el tío Gaetano . Fui a hacer un trabajo a Aluminé, siempre en esas sierras; y así pasaron 10 o 15 años, siempre en esas sierras. Después volvimos acá, y seguimos trabajando en La Plata. 

     ¿Trabajó en La Plata?
    En La Plata siempre trabajé, sobre todo en obras, antes de 1990, si hacíamos obras para el gobierno, si tomábamos obras directamente con el gobierno. Pero después que vino el gobernador de la provincia, cambió el sistema y se acabó la arquitectura, donde antes licitábamos los trabajos. Se reunían y daban el trabajo a quien querían. Así que en lugar de irnos bien, como hasta entonces, empezamos a ir hacia atrás. Porque no podíamos hacer las competencias con otras empresas. Luego perdimos dos trabajos porque había mucha inflación (¿se dice así?). 

     ¿dónde?
    En La Plata trabajé en la Cámara de Senadores, de Diputados, el Hospital
Hospital Gutierrez, en el edificio de Obras Sanitarias.
            Trabajé en la opedal da Haedo, trabajé en dos hospitales en Belgrano, a 120 kilómetros de La Plata. Luego trabajé en la opedal de Bolívar, a 250 kilómetros. Luego trabajé aquí para varias ciudades del noroeste argentino: Nueve de Julio, Chivilcoy, Pehuajo, Carlos Casares, todos los ministerios del gobierno. 

     ¿Cuál cree que ha sido el trabajo más difícil que ha tenido que hacer?
Nuestro trabajo es prácticamente el mismo. Hay alguna dificultad cuando
hay que poner calderas cuando la obra es grande. Acá, en La Plata, en IOMA, puse cuatro calderas que son muy grandes, y era peligroso ponerlas. En la Cámara de Diputados lo mismo. Un poco de peligro porque si no, los otros trabajos no. Porque siempre usamos los mismos hierros, las mismas intubaciones. 

     Antes tenías una empresa entre tú, Rusconi y los dos hermanos Giovagnini, después sólo te juntaste con...
El tío Gostino quería ir a trabajar con su hermano, con el tío Gaetano, porque aquí llegamos con poco trabajo y es de esas veces que a una empresa le falta algo. Entonces el tío Gaetano le ofreció el doble del sueldo que cobraba en la empresa con nosotros. Él se fue a Neuquén con el tío Gaetano y yo me quedé con Rusconi. 
Los primeros años nos fue muy bien con Rusconi, el año 80, 82. Sí y en varias obras, una acá en La Plata, una grande, el Colegio de Avvocati, tenían 11 pisos ahí también. Hice un trabajo que el ingeniero constructor quedó encantado porque hice el trabajo rápido y bien. Eso también era un tipo de 'losa', como le dicen acá, 'radiante', era todo el entubamiento para el piso. Salió muy bien. Después, fue en este Rusconi, trabajo en Bolívar, trabajo en Nueve de Julio, en Carlos Casares, en Pehuajo, compramos un camión nuevo; nos fue muy bien. Después y cambiamos. 

     ¿Cuáles fueron sus dificultades? 
No tuve ninguna dificultad, porque siempre el guía era mi tío. Nos dio una casa con todo. Yo era peón y había un albañil, y nos hizo una casa de dos metros cuadrados o 200 metros de donde estamos ahora. La verdad es que yo no tenía que preocuparme de esas cosas porque trabajaba y a fin de mes me pagaba. No pagué alquiler por la casa, estuvimos tres años. Compramos un terreno, en el medio, con mi hermano Alfredo e hicimos la casa juntos, y así sigue la vida.

     ¿Y con la lengua?
Y con la lengua al principio hay un poco de aprensión; pero como aquí hay
muchos italianos entonces no había tanta preocupación, y entonces no es tan, tan difícil el argentino o el castellano. 

     ¿Cómo te fue con los argentinos?
Nunca he tenido ningún inconveniente con los argentinos porque cuando eres inmigrante no tienes que tener orgullo, sabes que estás en casa de otras personas. Al contrario, tienes que respetar a la gente, así que si los respetas te respetan. Nunca he tenido problemas, ninguno de nosotros, ni siquiera el tío Gostino, el tío Nello. Nunca tuvimos problemas. Ni siquiera con los trabajadores. Siempre he tenido argentinos conmigo, pero nunca he faltado el respeto a nadie. 

     ¿Tiene hijos nacidos en Argentina? 
En Argentina tengo dos: la Sra. María Catalina y Gian Carlo Ruggeri. 

     ¿Y qué relación tienen con Italia? Conocen el idioma, las historias...
La hija, me alegro porque cada vez que iba a Italia no hacía propaganda del tipo: mi país es el mejor del mundo; ¿por qué entonces, si estabas tan bien, viniste aquí? 
Sin embargo, cuando llegó su nieta con quince años, se fueron a Italia con mi hija y cuando volvió, me alegré mucho porque estaba muy contenta de ver los lugares donde uno nació, a los que nunca les había dado importancia. Mientras que su hijo todavía no ha ido. 

     ¿Y ha vuelto muchas veces a Italia?
Y muchas veces no. Volví a Italia cuatro veces. Y ahora quiero ir una vez más, pero esperemos que bien. 

     ¿Y cuándo fue la primera vez que volvió a Italia?
La primera vez que volví a Italia, llevaba aquí 14 años. Fui en el 66. Luego fui en el 80 y luego en el 86 y luego en el 92. Y ahora puedo, después de 12 años más. 

     ¿Qué fue lo que más le impresionó cuando volvió por primera vez a Italia? 
Cuando uno vuelve a Italia lo siente, pero qué se le va a hacer. Por eso he hecho tanto, tanto para sacar a mis hijos de aquí; porque hay que saber que ser inmigrante siempre hace sufrir, porque el lugar donde uno nace, por feo que sea, siempre es hermoso. 
No me puedo quejar de Argentina porque gracias a Dios hice un hogar para mis dos hijos, hice un hogar para mí. Hice unos galpones, unos herrajes para mi trabajo, que todavía los tengo. De lo que me quejo de esta Argentina, que después de trabajar 50 años en esta tierra, ahora que uno debería tener una pensión, que a uno le podía ir bien sin hacer nada, y mientras ahora estás luchando para mantener este poco capital que nos queda. Te ocupas para poder pagar las cosas, para poder pagar todos los impuestos. No debería ser así porque cuando uno ha trabajado toda la vida ya debería estar bien, mientras que aquí la política siempre ha ido para atrás.