Canadá

Mi abuelo Antonio Stefani y su mujer residentes en Bolognana tuvieron 9 hijos, uno de los cuales murió en la guerra, la familia era mucha, la miseria también; mi padre era carabinero, el único remedio en aquel momento era la emigración, así que 2 hijos decidieron irse a América, las 5 hijas en cambio decidieron unirse a las "Novias por poderes". Muchos hombres emigraron al Canada Ingles (Columbia) donde todo era todavia salvaje, de hecho todavia habia pueblos indios y osos vagando por los bosques y estos hombres, que trabajaban en las minas, pidieron tener una esposa italiana y casarse con ella por poderes. Así fue como muchas mujeres se unieron y el barco de las novias partió, el viaje fue largo y doloroso porque abandonaban su propia tierra y mientras dejaban Italia, pensaban en el hombre que encontrarían, al que apenas conocían por unas fotos descoloridas, pero la esperanza de una vida mejor era fuerte. Me contaron estas cosas cuando decidimos visitar a nuestros primos hace unos años y nos fuimos con mi familia y mi primo Fernando de Bolognana con su mujer.

El viaje duró unas 20 horas y cuando llegamos había mucha gente esperándonos, decían los italianos, y todos hablaban nuestro idioma, y todos querían contarlo, sobre todo aquellas mujeres que, al llegar, se habían dado en matrimonio por poderes a aquellos hombres desconocidos.

Contaban sus historias, que al principio se sentían incómodos porque no había casas, así que tenían que dormir en sótanos: tampoco había carreteras, pero tenían la esperanza en el corazón de que el trabajo en las minas y algunos empleos extra podrían darles un futuro mejor.

Nos llevaron a ver las minas, las primeras casas hechas con troncos de árboles, parecían felices con sus hombres a los que habían empezado a querer entre sacrificios y penurias Ahora todos estaban bien y nosotros éramos como sus prisioneros, porque nunca nos dejaban y continuamente nos contaban lo que había sido en el pasado y siempre nos traían pequeños regalos: salmón, dulces, invitaciones a cenar, competían por enseñarnos todo lo que habían hecho y nosotros les seguíamos, nos llevaban al hospital y a una gran fábrica donde procesaban los minerales que extraían de las minas, carbón, cobre, hierro, plata, oro y también nos sentíamos muy orgullosos porque los italianos en el mundo nunca han defraudado.

Gallicano 23 diciembre 2003

Cesarina Baldacci